Por costosa, la carne de res sale del ‘corrientazo’

El lema de los ganaderos, ‘no coma cuento, coma carne’ quedó sin vigencia en los restaurantes populares del centro de Bogotá. Debido a su alto costo, este producto salió del tradicional ‘corrientazo’. Esa es la ‘cruda’ realidad del impacto que genera la carestía. Es más, el arroz y la papa alcanzaron a ser víctimas de una disminución de las porciones, pero poco a poco han venido recobrando su protagonismo en el ‘corrientazo’.  

El menú popular ahora incluye sopa, principio, (pescado, pollo o cerdo) y jugo por solo $9.000, pero que hace apenas 18 meses, cuando la inflación anual rondaba el 5%, este mismo menú valía entre $5.000 y $7.000.   

La baja oferta de ganado y las exportaciones de carne y animales en pié, hicieron que la carne de res cambiara de estrato y de mesa. Ahora solo se encuentra en los platos a la carta, que en la gastronomía popular tienen un valor superior a $12.000.    

Aunque el ‘corrientazo’ es un alimento low cost, fácil encontrarlo en cualquier esquina del centro de la ciudad, sus componentes no se reducen a la dieta básica de los colombianos: arroz, papa, huevo frito y jugo en agua, sino que las opciones de proteína van desde lomo de cerdo, pescado y pollo, acompañados de sopa y granos. Las verduras y los tubérculos solo son incluidos cuando están en cosecha.  

Se trata de un negocio que mueve millones de pesos cada día, le da sopa y seco a cualquier competidor y deja en evidencia el hecho de que en gastronomía popular hay opciones para todos los bolsillos.

‘Sabor casero’ es la carta de presentación de la mayoría de estos restaurantes, algunos de los cuales ofrecen platos a la carta.

El almuerzo de corrientazo, cuyo precio es igual a lo que cuesta un jugo en las zonas T o G, dan lugar a la siguiente pregunta: ¿dónde mercan los dueños de los ‘corrientazos’?

La respuesta es sencilla. Se trata de un ‘platado’ de sentido común. Un almuerzo de $9.000 solo es posible si la mayoría de los ingredientes son productos que, por no ser de la mejor calidad, son rechazados por los visitantes de Corabastos o de cualquier plaza de mercado, sin que ello implique que estén dañados. Además, los proveedores son distribuidores directos que eliminan intermediarios y pueden vender productos a menor precio.

Los dueños de los restaurantes populares aseguran que la inflación ha dejado un sabor agridulce en sus negocios, pues mientras algunas personas que antes acudían a restaurantes ejecutivos donde pagaban entre $10.000 y $12.000, ahora se bajaron al ‘corrientazo’ porque su dinero no alcanza para más. Sin embargo, quienes antes pagaban $5.000 o $6.000 por un almuerzo completo, en este momento solo les alcanza para la sopa o el seco.

“Por la carestía, se ha puesto de moda aquello de que ‘donde come uno comen dos’. Hay personas que piden un almuerzo completo con dos juegos de cubiertos para repartírselo entre dos”, afirma la propietaria de un restaurante popular que pidió mantener su nombre y el de su negocio en reserva.

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