Bogotá, enero 23 de 2024. (Foto cortesía de Claudia Patricia Ríos).
Se nos dijo y se nos advirtió: “Viene El Niño”. Aunque desde hace más de un año se sabía que Colombia iba a tener a finales del 2023 y comienzos del 2024 un largo periodo de escasez de lluvias, nadie hizo nada para prevenir sus efectos. Es como si alguien ve que va a llover, pero aun así sale caminando a la calle sin un paraguas o algo que lo proteja de la inminente lluvia.
Lo peor de todo es que la sequía cogió a Colombia mal parada, y con grandes desafíos en el frente económico: bajo crecimiento económico, alta inflación y tasas de interés, caída en sectores clave como la construcción, la industrias y el comercio, y alertas sobre una posible reacción del desempleo. A estas preocupaciones su suma ahora el impacto de El Niño.
Es más, el país lleva varios meses discutiendo acerca de las medidas que se deberían adoptar para frenar el alza de las tarifas de la energía eléctrica, pero se olvidó de que el Fenómeno de El Niño también afecta el servicio de acueducto, e incluso, varios municipios han empezado a suspender el suministro porque las fuentes de agua que surten los acueductos se están secando.
Pero eso no es todo. Según la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, UNGRD, en los últimos 80 días, con corte al 22 de enero de 2024, en Colombia se han registrado 237 incendios que han afectado a 131 municipios, causando daños en 3.523 hectáreas. El problema grave es que en varias regiones no tienen agua ni para apagar los incendios, por lo que los bomberos deben acudir a prácticas manuales poco efectivas.
Entre tanto, los productores de carne y leche están en alerta ante la inminente reducción de la producción, ya que la falta de agua afecta los pastos, y las reses se quedan sin alimento, lo cual impacta su productividad. En estos casos, el efecto inmediato es un alza de precios de la carne, la leche y sus derivados, es decir que el impacto se refleja de manera directa en el bolsillo del consumidor.
Pero la actividad ganadera no es el única del sector rural que se afecta con la sequía. Igual sucede con la producción de frutas, las verduras, las hortalizas y los tubérculos, pues se trata de cultivos que requieren de riego en su periodo siembra, crecimiento y cosecha. A ello se suma el riesgo de heladas en zonas como la Sabana de Bogotá, Boyacá, Antioquia, caldas y Nariño.
La inflación, dura de frenar
Lo anterior tiene consecuencias graves para los colombianos, ya que los precios de los servicios públicos y los alimentos se incrementarán, debido a la falta de oferta y al aumento de la demanda, especialmente de energía y agua, para atender las necesidades generadas por las altas temperaturas que afectan tanto a los seres humanos como a los animales y las plantas.
En conclusión, El Niño es ahora el principal enemigo de los colombianos, quienes no solamente se verán privados de algunos servicios y de sus alimentos básicos, a precios razonables, sino que tampoco podrán esperar una reacción positiva del sector productivo, debido a que este no dispone de energía y agua suficiente para su operación.