Baja inflación, la nueva mejor amiga de los colombianos

Édmer Tovar Martínez – Director del Portal «Economía en Serio»

La inflación, uno de los indicadores económicos de mayor impacto en las finanzas de los hogares colombianos, y que en marzo del 2023 tenía con los pelos de punta al Gobierno, al Banco de la República, a las empresas, al sector financiero, y al borde del colapso al bolsillo de los ciudadanos, es hoy el indicador de mostrar de la economía colombiana. “La reducción de los precios es una de las más significativas que ha tenido el país en los últimos 100 años”, dijo el gerente del Emisor, Leonardo Villar. 

Hace 18 meses (marzo de 2023) el índice anual de los precios al consumidor era de 13,34%, en diciembre pasado cerró en 9,28%, y en agosto de 2024 se ubicó en 6,12%. Es más, los analistas y el propio Ministerio de Hacienda estiman que al finalizar el presente año el IPC de Colombia cerrará entre 5% y 5,5%. Y eso es cierto. Todo indica que las buenas noticias del costo de vida seguirán de largo en los próximos 12 meses. De hecho, la junta directiva del Emisor asegura que a finales del 2025 la inflación podría regresar al rango de control establecido por la entidad, fijado entre 2% y 4% anual.

Pero “torcerle el espinazo a la inflación”, como dijo alguna vez el exministro Hacienda, Rudolf Hommes, no ha sido fácil. Los colombianos han tenido que soportar una larga tendencia alcista de las tasas de interés del Banco de la República, las cuales alcanzaron un techo de 13,25% en abril de 2023 y de paso se llevaron por delante a varios sectores, en incluso pusieron a la economía al borde de la recesión, situación en la alcanzaron a caer sectores claves como la industria, el comercio y la construcción, entre otros. En su momento, el consuelo de las autoridades económicas era que la subida de los precios respondía a una tendencia mundial, y que este no era un problema exclusivo de Colombia.

Sin embargo, el tema generó preocupación cuando la inflación empezó a ceder terreno en el resto del planeta, y en Colombia siguió de largo durante buena parte del 2022. El gerente del Banrepública admite que, en su momento, las alzas nos cogieron ventaja debido a que la junta se demoró en aumentar los tipos de interés.

La tasa del Emisor permaneció en el techo de 13,25% entre abril y noviembre de 2023, es decir, durante 7 meses consecutivos. Solo en diciembre de ese año comenzó a revertir su tendencia, con una primera reducción de 25 puntos básicos, para cerrar el año en 13%.

En el impopular esfuerzo del Banrepública de moderar la baja de su tasa de referencia, como camino para frenar la escalada alcista, los codirectores tuvieron que enfrentarse a la presión del Gobierno, los congresistas y los empresarios, que en un hecho que parecía imposible, se unieron en una sola voz para pedirle al Banco que acelerara la reducción de las tasas, con el fin de darle un empujón a la economía, la cual, por esos días, se asomaba al hueco de la recesión.

Aún así, el Banrepública se mantuvo firme en su política monetaria de reducción moderada y gradual de sus tipos de interés, y no cedió a las peticiones del Ejecutivo, el Legislativo, el sector privado y algunos analistas. Pero la percepción cambió. Lo que para muchos era terquedad de los miembros de la junta del banco central, hoy reconocen y agradecen la seriedad con la que el Emisor ha manejado el tema.

Y la presión no termina. El ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, sigue insistiendo en que las tasas de beben bajar más. Hoy están en 10,75%, y el Gobierno estima que al cierre de 2024 deberían ubicarse 8,25%, y en diciembre de 2025 en 4,25%.

  

En medio de la discusión, lo que está claro es que la disminución de la inflación trae consigo una larga cadena de beneficios para el país y los ciudadanos, dando lugar a un círculo virtuoso. Si los precios de los productos de la canasta familiar bajan, también disminuyen las tasas de interés, la economía crece, se genera empleo, el precio del dólar cede o se estabiliza, se recuperan la demanda, el crédito, la construcción, la industria, el comercio y el turismo, entre otras actividades.

Respiro de diciembre y enero

Los beneficios del desplome de la inflación se sentirán con mayor fuerza a comienzos del 2025 porque, aunque la cascada de alzas de enero se mantendrá, su ‘chorro’ impactará con menos fuerza el bolsillo de los colombianos, gracias a que cerca de 100 trámites y servicios están atados al IPC causado el año inmediatamente anterior. En otras palabras, los incrementos obligatorios de comienzos de año serán más suaves que los de inicios de 2023 y 2024. Igual sucederá con el ajuste en arriendos, pensiones en colegios y universidades, peajes y tarifas de algunos servicios privados vigilados por el Estado.

Incluso, las empresas verán con buenos ojos que el aumento del salario mínimo del 2025, podría rondar el 7%, mientras que el ajuste decretado para el 2024 fue de 12%.    

Una de las ventajas de la actual tendencia a la baja de la inflación en Colombia, es que la caída está soportada en un factor estructural: la seriedad de la política monetaria del Banco de la República. Esto permitió que los precios de los productos de la canasta familiar hayan superado pruebas como sequías, inviernos, aumentos de tarifas de servicios públicos, alzas de combustibles y peajes, bloqueo de vías, paros, marchas y protestas, a pesar de que, en su momento, afectaron temporalmente el bolsillo de los colombianos.

 Precios nivelados por lo alto

Pero en materia de inflación, no todo lo que brilla es oro. El análisis del comportamiento de los precios no está exento de advertir que, aunque la tendencia descendente siga siendo satisfactoria, en estos asuntos, no todo lo que sube baja.

El IPC está bajando, pero los colombianos no volverán a comprar huevos a $300, pan rollo a $200, litro de leche pasteurizada a $3.500 y libra de arroz $1.200, si no que los tendrán que seguir pagando como mínimo a $800, $500, $7.000 y $2.000 respectivamente.

…Ganancia de pescadores

Aunque la trepada de la inflación al terreno de los dos dígitos, en agosto de 2022, fue lo peor que le pudo haber ocurrido al país, no faltó quienes sintieran un fresco con esta situación. Los grandes beneficiados fueron quienes tenían dinero para invertir en Certificados de Depósito a Término (CDT), cuyos títulos se pusieron de moda, gracias a que los bancos empezaron a reconocer rendimientos que superaron el 15% efectivo anual, además de ser uno de los papeles más seguros del mercado de valores.

También les fue bien a los colombianos que devengan el salario mínimo. Como la inflación causada en 2022 fue de 13,12%, el Gobierno incrementó 16% la asignación básica para el 2023. Es más, desde abril de ese año, el IPC inició una tendencia descendente que no ha parado en los últimos 19 meses, hasta agosto pasado, lo que equivale a una mejora significativa en la capacidad adquisitiva de los trabajadores.

En conclusión, aunque el fantasma de la carestía del 2022 descuadró las cuentas de los hogares y dejó un hueco en el bolsillo de los consumidores, la caída de inflación es ahora, la nueva mejor amiga de los colombianos.