Aunque la gente no lo crea ni lo perciba, como el salario mínimo lleva dos años subiendo varios puntos por encima de la inflación, la plata de quienes lo devengan, ahora alcanza para comprar más cosas que antes. Eso no significa que los precios hayan bajado, sino que han subido menos.
Édmer Tovar Martínez – Director del portal «Economía en Serio»
Bogotá, 11 de diciembre de 2024.
La inflación, calificada por los expertos como el peor ‘impuesto’ de los hogares, se convirtió en 2024 en la nueva mejor amiga del bolsillo de los colombianos, gracias a que lleva casi dos años consecutivos moderando su crecimiento. Es más, todo indica que este comportamiento seguirá de largo en 2025.
Hoy, los analistas coinciden en que la desaceleración del costo de vida en Colombia es la noticia económica más importante del 2024. Incluso, el Banco de la República estima que la inflación seguirá disminuyendo su ritmo en 2025, lo que le permitirá a la entidad regresar a su rango meta anual de entre 2% y 4%, con un promedio de 3%, luego de tres años de incumplimiento de ese objetivo. «Con los resultados ya alcanzados vemos viable cumplir con esa meta en 2025» dijo el gerente del Banco, Leonardo Villar, en el Foro Perspectivas Económicas realizado por Corficolombiana el pasado 3 de diciembre.
Las cifras lo dicen todo. Hace 21 meses (marzo de 2023) el índice anual de los precios al consumidor era de 13,34%, pero a partir de ese momento la inflación empezó a ceder terreno, hasta el punto de que diciembre de ese año cerró en 9,28%, y a noviembre de 2024 el acumulado de los últimos 12 meses se ubicó en 5,20%. Los analistas y el propio Ministerio de Hacienda estiman que al finalizar el presente año el IPC de Colombia se ubicará en alrededor de 4,8% o 5,0%.
De acuerdo con el Banco de la República, la inflación de alimentos bajó desde un máximo de 28% en diciembre de 2022 a 1,7% en octubre de 2024, mientras que la inflación de bienes, excluyendo alimentos y combustibles, disminuyó de casi 15% a mediados de 2023 a solo 0,4% anual en las cifras más recientes.
“El porcentaje de reducción de los precios es uno de las más significativos que ha tenido Colombia en los últimos 100 años”, dijo hace un par de meses el gerente del Emisor, Leonardo Villar Borda.
Pero “torcerle el espinazo a la inflación”, no ha sido fácil. Durante los meses en los que la inflación estuvo por encima del 10%, los colombianos tuvieron que soportar un aumento paralelo de las tasas de interés del Banco de la República, las cuales alcanzaron un techo de 13,25% en abril de 2023, y de paso se llevaron por delante a varios sectores, en incluso pusieron a la economía colombiana al borde de la recesión, situación en la que alcanzaron a caer sectores clave como la industria, el comercio y la construcción, entre otros. En su momento, el consuelo de las autoridades económicas nacionales era que la subida de los precios respondía a una tendencia mundial, y que este no era un problema exclusivo de Colombia.
Sin embargo, el tema generó preocupación cuando la inflación empezó a ceder en el resto del planeta, mientras que en Colombia siguió de largo durante buena parte del 2022. El gerente del Banrepública reconoció en su momento, que las alzas de los productos de la canasta familiar cogieron mucha ventaja debido a que la Junta del Emisor se demoró un poco en aumentar su tasa de interés de referencia. En efecto, los codirectores empezaron a subir los tipos de interés en octubre de 2021, cuando pasaron de 1,75% a 2,0%. Una vez iniciada la tendencia ascendente, esta se prolongó por 18 meses hasta llegar al techo de 13,25% en abril de 2023, nivel en el cual se estacionó durante 7 meses consecutivos. Solo en diciembre de ese año comenzó a revertir su tendencia, con una primera reducción de 25 puntos básicos, para cerrar en 13%.
El impopular esfuerzo del Banrepública de moderar la baja de su tasa de referencia como medida para frenar la escalada alcista, les pasó factura a los codirectores, quienes tuvieron que enfrentarse a la presión del Gobierno. Incluso, pasó lo que políticamente parecía imposible: el presidente Gustavo Petro, los congresistas y los empresarios se unieron para pedirle al Banco que profundizara la reducción de las tasas, con el fin de darle un empujón a la economía, la cual, por esos días, se asomaba al hueco de la recesión.
Aún así, el Banrepública se mantuvo firme en su política monetaria de reducción moderada de su tasa de interés de referencia, y no cedió a las peticiones del Ejecutivo, el Legislativo, el sector privado y algunos analistas.
Hoy, los académicos coinciden en que los codirectores tenían la razón. Lo que muchos calificaban como terquedad de los miembros de la junta del banco central, ahora se reconoce como una actuación seria.
La baja inflación es buena para todos
Está claro que la inflación trae consigo una larga cadena de beneficios para el país y los ciudadanos, dando lugar a un círculo virtuoso. Si los precios de los productos de la canasta familiar bajan o sus alzas se moderan, también disminuyen las tasas de interés, la economía crece, se genera empleo, se recupera la demanda y se reactivan el crédito, la construcción, la industria, el comercio y el turismo, entre otras actividades.
Es evidente que el efecto positivo del menor crecimiento de la inflación durante casi dos años, se sentirá con mayor fuerza a comienzos del 2025, porque, aunque la cascada de alzas de enero se mantendrá, su ‘chorro’ impactará con menos fuerza el bolsillo de los colombianos, gracias a que 188 trámites y servicios están atados (indexados) al IPC causado el año inmediatamente anterior. En otras palabras, cuando la inflación es menor, como sucederá al cierre del 2024, los incrementos obligatorios de comienzos del 2025 serán más suaves que los de inicios de los dos anos anteriores. Igual sucederá con el ajuste en arriendos, pensiones en colegios y universidades, peajes y tarifas de algunos servicios privados vigilados por el Estado. «Medicamentos y otros productos no pueden seguir indexados al aumento del salario mínimo», dijo recientemente la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, en una entrevista publicada en El Tiempo
Por su parte, las empresas ven con buenos ojos que el aumento del salario mínimo del 2025, que se está discutiendo en estos días, no sobrepase el porcentaje de la inflación causada, es decir, alrededor del 5%, más el índice de productividad, con lo cual se llegaría al 6% o 6,5%.
Sin embargo, el ministro de Hacienda, Diego Guevara, mostró su inclinación por un incremento del salario mínimo del 2025 superior a la inflación causada en 2024, más el Índice de Productividad. «Esos dos indicadores son apenas un piso del reajuste salarial y no un techo», aseguró el ministro recién posesionado.
Por qué se desaceleró la inflación en Colombia
Este fenómeno se produjo por varias razones, pero las dos más importantes son: La política monetaria del Banco de la República, basada en el recorte gradual y sostenido de las tasas de interés, y la reducción de la demanda de los hogares generada por el alto costo del dinero y la menor dinámica de la actividad productiva. Como la gente no tenía dinero con qué comprar productos y los empresarios tampoco podían vender toda su producción, las alzas de los artículos de la canasta familiar se moderaron.
De esa manera, los colombianos pudieron superar pruebas como sequías, inviernos, aumentos de tarifas de servicios públicos, alzas de combustibles y peajes, bloqueo de vías, paros, marchas y protestas.
Precios nivelados por lo alto
Pero en materia de inflación, no todo lo que brilla es oro. El análisis del comportamiento de los precios no está exento de advertir que, aunque la tendencia descendente siga siendo satisfactoria, en estos asuntos, no siempre lo que sube baja.
El IPC está cediendo terreno, pero los colombianos no volverán a comprar huevos a $300, pan de $200, litro de leche pasteurizada a $3.500 y libra de arroz $1.200, como sucedía hace dos años, si no que los tendrán que seguir pagando como mínimo a $800, $500, $7.000 y $2.000 respectivamente, a pesar de que la inflación está creciendo menos que antes.
…Ganancia de ‘pescadores‘
Aunque la inflación de dos dígitos en 2022 fue un duro golpe al bolsillo de los hogares, no faltó quienes pescaran en río revuelto, y se beneficiaran con esta situación.
Como las tasas de interés subieron significativamente, impulsadas por el costo de vida, quienes tenían dinero sobrante, invirtieron en Certificados de Depósito a Término (CDT), cuyos títulos se pusieron de moda, porque los bancos empezaron a ofrecer rendimientos que superaron el 15% efectivo anual. Entonces, muchos ahorradores se ganaron una platica invirtiendo en CDTs.
Mayor capacidad de compra
Tan pronto empezó la tendencia descendente de la inflación, los mayores beneficiados fueron los colombianos que devengan el salario mínimo, porque la inflación causada en 2022 fue de 13,12%, pero el Gobierno incrementó 16% la asignación básica del 2023. Es más, desde abril de ese año, el IPC empezó a moderarse e inició una tendencia descendente que no ha parado en los últimos 21 meses, hasta noviembre pasado, lo que equivale a una mejora significativa en la capacidad adquisitiva de los trabajadores.
«Hemos pasado por un periodo difícil de ajuste, pero la peor parte ha quedado atrás» afirma el gerente del Banco de la República, Leonardo Villar.
En conclusión, aunque la carestía del 2022 descuadró las cuentas de los consumidores, la tendencia se revirtió desde abril de 2023, hasta el punto de que la inflación, el indicador de mayor impacto en cualquier economía, hoy es la nueva mejor amiga de los colombianos.