El dolor: lo que más duele es que los demás no crean

Las investigaciones globales y locales revelan que los pacientes más jóvenes son los que más dificultades tienen para dar a conocer su dolor y acceder al tratamiento médico.

Bogotá, 5 de diciembre de 2023. En el último año, el 91% de las personas a nivel global han sufrido algún tipo de dolor, más allá de los impactos físicos, están experimentando dolor emocional y angustia. Así lo demuestra la quinta edición del Índice del Dolor (HPI), realizado por Haleon, empresa líder mundial en productos de salud para el consumidor el cual sugiere que, la mitad de las personas que padecen
alguna dolencia se sienten estigmatizadas y un tercio teme ser juzgado. Este estudio es el primero que explora el impacto real del dolor visibilizando a quienes lo experimentan.
El Índice del Dolor de Haleon es un estudio social en línea que capta el impacto percibido del dolor de las personas en varios aspectos de su vida cotidiana cómo lo son, su salud, sus sentimientos, emociones, motivaciones y comportamientos, proporcionando una visión de las experiencias de las personas tanto a nivel global ncomo local, enfocándose en la experiencia humana.
Desde la primera edición en 2014, el índice mundial ha explorado el impacto real que tiene el dolor. En esta oportunidad los resultados demuestran que, el impacto social ny emocional del dolor ha crecido casi un 25%, con un aumento del estigma y el aislamiento social derivados del dolor cotidiano en todo el mundo. De hecho, el 50% de los encuestados globales y el 51% de los colombianos afirman ser estigmatizados na causa de su dolor y se les percibe como débiles.

La Dra. Linda Papadopoulos, psicóloga y autora, comentó: «El dolor cotidiano es un problema de salud que fácilmente puede descartarse o trivializarse. Muchos no se dan cuenta de que sus efectos pueden ser mucho peores que los propios síntomas.
El resultado de la soledad y el impacto en la salud mental causado por la falta de empatía y por ser tratado de forma diferente no hace más que empeorar. Como sociedad, tenemos que mejorar la empatía y la comprensión en un mundo que sigue endureciéndose ante estos problemas». El estudio demuestra que, sufrir de algún dolor tiene un impacto significativo en la capacidad de las personas para trabajar, relacionarse con los demás y disfrutar de la vida. 6 de cada 10 (63%) afirman que no pueden ser felices cuando sienten dolor, casi 7 de cada 10 (66%) dicen que esto afecta su capacidad de convivencia en el día
a día, asimismo más de un tercio (37%) aseguran que sentirse así afecta negativamente su autoestima y casi la mitad (48%) afirma que el dolor provoca ansiedad.

En los últimos 10 años en Colombia el crecimiento del impacto social y emocional del dolor ha aumentado más del 26%, el 59% de los encuestados afirmaron que son menos sociables cuando sienten algún tipo de dolencia y el 26% temen que otros los juzguen si hablan o comparten su dolor sientiéndose excluidos y sin respaldo. Teniendo en cuenta temas médicos, el 75% y el 68% de las personas que participaron aseguraron que desearían que los médicos y farmacéuticos deberían estar mejor capacitados sobre cómo es el dolor individual para cada uno de los pacientes para así recibir un mejor tratamiento.

La soledad es un problema grave de la salud pública que afecta a personas de todas las edades y orígenes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado que esta es una amenaza a nivel mundial y afirma qué, sus efectos sobre la mortalidad son equivalentes a fumar constantemente, además, puede tener un impacto negativo en la calidad de vida de las personas, ya que provoca aislamiento, abandono y tristeza.


Qué les duele a los colombianos

Según Antonio Hernández Villarreal, presidente de Haleon para Colombia, «a nivel global el 62% de las personas experimentan soledad alta y en Colombia el 23% mientras sienten algún dolor, esto empeoró después de la pandemia por cómo paralizó la actividad social, aumentando las enfermedades y el aislamiento”.
El estudio también sugiere que el 42% de los encuestados experimentan este sentimiento de forma habitual cuando padecen dolor, un resultado por la falta de interacción social, y la ausencia de sentirse socialmente conectado. En Colombia, el 23% asegura que siente constantemente soledad cuando tiene dolor.
“El dolor sigue siendo un tabú, algo de lo que no se debe hablar, una debilidad. Las ideas erróneas y los estereotipos estigmatizan a las personas con dolor, y las más afectadas son las que ya están marginadas por la sociedad, pero también, por su propio dolor, las personas se sienten incomprendidas y aisladas. El dolor se convierte en una lucha solitaria”, afirma David Linsenmeir, presidente de Haleon LATAM.

El Índice del Dolor (HPI) descubrió que las personas que ya sufren prejuicios, discriminación y exclusión en la sociedad son las más afectadas por estas condiciones. El 58% de las mujeres a nivel global y el 55% en Colombia afirmaron que su dolor había sido tratado de forma diferente, no se les había creído o se les había discriminado, frente al 47% de los hombres. Lo mismo sucede globalmente con el 59% de las personas de color y el 52% en Colombia que aseguraron experimentar estas situaciones de manera reiterada, frente al 48% de las personas de raza blanca.
Por su parte, el 67% de la comunidad LGBQ+ global y el 58% de las comunidades colombianas, teme que los demás hagan suposiciones sobre ellos y su dolor, frente al 50% de los heterosexuales. El estudio también reveló una marcada división generacional en la forma en que las personas experimentan el dolor, lo que sugiere que los pacientes más jóvenes son los que más dificultades tienen para dar a conocer su dolor y acceder al tratamiento.
Aunque a las personas mayores les resulta más fácil expresar su dolor y acceder a tratamiento, son las más marginadas cuando se trata de acceder a información sanitaria en línea. El 45% de las personas de entre 75 y 84 años afirma tener dificultades para acceder a ella porque no se siente segura navegando por Internet, frente al 33% de la población general.
Los encuestados coincidieron en la necesidad de una visión más personalizada y compasiva del dolor. Más de dos tercios que representan el 68% de las personas encuestadas, afirmaron que, una mayor empatía para abordar los prejuicios y la exclusión supondría una diferencia real en su experiencia del dolor.