Caída de importaciones, una noticia más mala que buena

Cuando un producto ingresa al país es porque puede competir con los nacionales, excepto si se trata de algo que no tiene producción local, un negocio de lavado de dinero, contrabando o de cualquier otra práctica de comercio ilegal.

Eso significa que Colombia necesita de la importación de muchas cosas, porque estas ayudan a regular los precios internos y a controlar la inflación. Según el Dane, en marzo pasado ingresaron productos extranjeros por un valor de US$5.856,7 millones, mientras que en el mismo periodo del 2022 sumaron US$7.063,3 millones, es decir, 17,1% menos.

Esta disminución también es el reflejo de la menor demanda, y al mismo tiempo, constituye una señal de alerta para empleo y, a mediano plazo, para la inflación.

Por ejemplo, la caída del 74,1% en las compras externas de manufacturas en marzo, es un indicio de la desaceleración de la economía y, por tanto, de la generación de puestos de trabajo. Adicionalmente, la disminución del 17,5% en las importaciones de alimentos deja en evidencia la reducción de la producción de carnes de res, pollo, cerdo y pescado en lo que resta del presente año, y eso se puede impedir la baja en la inflación del rubro alimenticio en el cierre del 2023.

Una vez reveladas las cifras sobre la caída de las importaciones, surge la siguiente pregunta:

¿Qué pasaría si el país no trajera del exterior alrededor de 4 millones de toneladas anuales de maíz para la producción de alimentos balanceados para la avicultura, la porcicultura, la piscicultura y la ganadería de leche, en menor proporción? La respuesta es sencilla: los precios de las carnes de res, cerdo y pescado serían al menos 25% más caros, al igual que la leche y los huevos. Esto debido a que Colombia no produce el volumen suficiente de maíz, al precio del mercado internacional, para alimentar a millones de gallinas, pollos, cerdos, peces y cerdos que hay en el país. Quizás, si el grano no se consiguiera en el exterior a menor precio, a los productores nacionales les fuera atractivo sembrar un área mayor, pero a los consumidores locales les saldría muy costoso.

Aunque es cierta la afirmación de que la reducción de las importaciones favorece la producción nacional, también es real el impacto negativo sobre la inflación, y la productividad nacional. En conclusión, con la caída de las importaciones, en el mediano o largo plazo, a los colombianos nos puede salir más caro el caldo que los huevos.

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