Bogotá, abril de 2024. La educación superior es un pilar fundamental para el desarrollo individual y colectivo, impulsando la innovación y el crecimiento económico. Con una matrícula global en constante crecimiento, alcanzando los 235 millones de estudiantes en todo el mundo y proyectada a llegar a 549 millones para el año 2040, Latinoamérica emerge como una región clave en este panorama educativo en evolución.
Aunque se han logrado avances significativos en los últimos años, la educación superior enfrenta algunos retos como la deserción universitaria, la calidad de la enseñanza, la gestión institucional, el financiamiento, la innovación y la excelencia académica.
En el caso de Colombia, según cifras del Ministerio de Educación, cinco de cada 10 estudiantes que ingresan a la educación superior se retiran y no terminan sus estudios, lo que equivale al 8,02%. Por su parte, en las carreras técnicas y tecnológicas, la cifra aumenta a un 13,39%. En cuanto al empleo, cifras del Dane señalan que el 12,2% de la población en la fuerza laboral cuenta con educación universitaria, el 12,1% cuenta con educación técnica profesional y tecnológica, y el 4,6% tiene formación en postgrado.
Según Adriana Angarita, CEO de SénecaLab, institución líder en innovación educativa y cofundadora de Inn.kind FIEd, la clave para una verdadera revolución en la educación superior tanto en Colombia como en Latinoamérica reside en un cambio fundamental del enfoque de la calidad: trascender de medir la calidad educativa desde la perspectiva de la enseñanza, a evaluarla desde la perspectiva del aprendizaje del estudiante y medición de la mejora de la empleabilidad de los graduados.
“Para lograr una transformación profunda, es crucial reevaluar nuestras estrategias y reflexionar: ¿Cómo influyen nuestras acciones en el aprendizaje del estudiante? ¿Podemos evidenciar su avance y adquisición de conocimientos? Es el momento de que los docentes, piezas clave en la educación superior, encabecen esta evolución, naturalmente se incorporarán métodos, herramientas y tecnologías que impulsen un aprendizaje efectivo», destaca la experta.
En este contexto, la CEO de SénecaLab comparte algunas reflexiones y recomendaciones clave para transformar la educación superior en la región:
- Cambio de enfoque hacia el aprendizaje: Angarita enfatiza la importancia de no limitarse a medir la cantidad de conocimiento transmitido por los docentes, sino de valorar la verdadera efectividad del aprendizaje logrado. Propone que los educadores adopten un enfoque que priorice los resultados del aprendizaje como indicadores de calidad educativa. Esta perspectiva debe ser liderada por las agencias acreditadoras y otros organismos de medición de la calidad, de tal forma que no solo impulsaría un cambio significativo en la educación superior, sino que también promovería prácticas más pragmáticas y orientadas hacia la mejora continua del proceso educativo.
- Importancia de la gestión en las instituciones educativas: Se destaca la crucial relevancia de una gestión institucional eficaz para elevar la calidad de las instituciones educativas. Se debe contar con sistemas académicos flexibles y sólidos que no solo permitan medir, sino también demostrar con resultados tangibles, las acciones emprendidas por estas instituciones en áreas clave como la tasa de graduación, la disminución de la deserción estudiantil y la mejora de la empleabilidad de los graduados.
- Transformación digital como clave para la excelencia académica: Se resalta la importancia vital de la transformación digital como un paso esencial hacia la excelencia académica. Se insta a los líderes educativos a tomar decisiones fundamentadas en datos y a implementar sistemas académicos flexibles que posibiliten la personalización del aprendizaje para cada estudiante.
- Simplificar las conversaciones sobre Innovación Educativa: Simplificar las conversaciones sobre innovación educativa y promover legislaciones que fomenten en lugar de limitarla. Es crucial reconocer la importancia de esquemas de calidad que tomen en cuenta la empleabilidad y la competitividad del país como indicadores clave de éxito para las instituciones educativas.