Mujeres enfrentan más barreras de acceso a crédito

Bogotá, 8 de marzo de 202). Un estudio de CAF -banco de desarrollo de América Latina y El Caribe- y Banca de las Oportunidades revela sesgos de género en el acceso a financiamiento formal para las mujeres de Colombia. A través de cinco experimentos se demostró que la asesoría que reciben las mujeres difiere de la que reciben los hombres, que los asesores de crédito tienden a asociar a las mujeres un perfil de ingresos bajos y un score crediticio alto (lo que implica que las mujeres tengan una mayor probabilidad de aprobación, pero menor monto), o que las mujeres tienen un menor nivel de confianza en sí mismas, motivando a que se autoexcluyan del sistema financiero formal.

“Es fundamental contar con evidencia sobre el origen de las brechas de género en el acceso al crédito en Colombia, que sea de utilidad para la formulación de políticas, y para la definición de acciones por parte de las instituciones financieras que propendan por un mayor acceso y uso de productos de financiamiento por parte de las mujeres en el país que redunde en mejores niveles de bienestar financiero”, resaltó Diana Mejía, especialista senior en Inclusión Financiera de CAF.

«La colaboración entre gobierno, organismos multilaterales, la academia y el sector financiero debe orientarse hacia la ampliación de la educación financiera para el desarrollo de habilidades de autoconfianza y el empoderamiento económico de las mujeres. Una nueva ola de servicios financieros digitales y de finanzas abiertas permitirá innovar en el perfilamiento alternativo, desarrollar casos de uso y potenciar las finanzas embebidas como vehículos de confianza en el sistema financiero, afirmó Paola Arias, directora de la Banca de las Oportunidades.

Hallazgos

El primer experimento reveló que las mujeres tienen un menor nivel de confianza en sí mismas, motivando a que se autoexcluyan del sistema financiero formal. Esto se explica por la percepción relacionada con que cumplen menos con los compromisos que asumen en comparación con los hombres, a pesar de que, en la práctica, muestran un mejor comportamiento de pago. Además, el proceso de solicitud de crédito les genera más estrés y nerviosismo, algo que se puede relacionar con la creencia compartida, tanto por hombres y mujeres, de que el acceso al crédito es más complicado para ellas.

El segundo experimento buscó indagar sobre las experiencias negativas en el acceso a financiamiento. Las mujeres relacionan estas malas experiencias a rechazos por incumplimiento de los requisitos iniciales de la solicitud del crédito, particularmente aquellos como la certificación de ingresos, la antigüedad o el tipo de contrato laboral, reflejando las brechas que existen el mercado laboral. En paralelo, los hombres señalan como principales motivos la falta de historial crediticio y los reportes negativos en centrales de riesgo.

Los sesgos cognitivos y perceptuales por parte de los asesores de crédito tienden a asociar a las mujeres un perfil de ingresos bajos y un score crediticio alto. Esto lleva a que, en perfiles comparables, los asesores de ambos sexos otorguen una mayor probabilidad de aprobación a las mujeres, pero un menor monto. Además, los asesores de ambos sexos prestan más atención a la situación laboral de las mujeres con alto riesgo, mientras que, para perfiles de muy bajo riesgo, se enfocan más en la antigüedad laboral de los hombres, ignorando este factor en las mujeres.

La asesoría que reciben las mujeres difiere de la que reciben los hombres en cuanto a la información que se proporciona. El cuarto experimento reveló que, si bien los asesores siempre tienen incentivos a vender un producto financiero, cuando no tienen suficiente información o la información que se da evidencia el riesgo de la persona, sesgan el tipo de información que entregan a las solicitantes. Así, en los perfiles que solicitan montos bajos, los asesores se centran en exaltar las metas y objetivos que pueden alcanzar, mientras que en los perfiles que solicitan montos altos, los asesores resaltan los riesgos y características del producto financiero.

El quinto experimento amplió la investigación sobre cómo la forma en que las mujeres reciben la información influye sobre su toma de decisión de endeudamiento, concluyendo que hablar de los beneficios de acudir a una institución financiera, frente a las desventajas de un prestamista informal, aumenta la probabilidad de solicitar un crédito formal. También concluyó que ante grandes volúmenes de información que no es comparable, los sesgos cognitivos pueden conducir a que las mujeres se vean abrumadas en la toma de decisión, escogiendo la opción que parezca más sencilla, aunque esta no sea la económicamente racional y que, además, el orden de la información proporcionada por el asesor influye en la probabilidad de que las mujeres de bajos ingresos adquieran un crédito.