El manejo de los residuos de la construcción tiene vacíos normativos

Bogotá, febrero 16 de 2024. Históricamente en Colombia la gestión de residuos de construcción y demolición (RCD) se ha enfocado en su disposición final y no en prevenirlos en las etapas iniciales del proyecto. Cada año se generan en el país alrededor de 18 millones de toneladas de RCD, con Bogotá como la mayor productora. A pesar de los esfuerzos de la Secretaría Distrital de Ambiente, aún existen vacíos en la normativa y falta de aprovechamiento de los materiales.

Según la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), de los 18 millones de toneladas de residuos de construcción generados cada año en el país, Bogotá genera cerca de 12 millones, seguida de Medellín con 860.000 y Manizales con 306.000.

Aunque desde hace algunos años la Secretaría Distrital de Ambiente tiene la meta de controlar este problema, aún existen vacíos que impiden reducir su impacto. Los desechos no se están aprovechando y las plantas de tratamiento no son suficientes. Además el impacto sobre el medioambiente y la salud es preocupante, ya que los RCD emiten polvo y gases contaminantes (como el dióxido de carbono), tanto en su concentración en el lugar como durante su demolición y transporte a las plantas.

No hay prevención

Por ser un problema latente para la capital, el investigador Alejandro Aguilar Maldonado, magíster en Construcción de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), indagó sobre la normativa en el país desde 2005, que son unos 11 documentos entre decretos y normativas, y encontró que en general no contemplan los RCD en las primeras fases de los proyectos, o sea las de diseño y planeación.

Esto contrasta con la fase de disposición final, que ocurre cuando la construcción se ha finalizado. Según el arquitecto Aguilar, en la legislación actual –cuya última actualización fue en 2021– no existe una fase de prevención frente a los desechos. Tampoco hay registros públicos sobre la cantidad de residuos que se generan en estas fases, lo que dificulta determinar cuánto se podría ahorrar con una mejor gestión de estos.

Por eso el investigador realizó una propuesta innovadora en cuanto a la planificación de cada fase, especialmente para la de demolición y deconstrucción, que no aparece mencionada en la normativa actual y que es crucial. Cuando se plantea derribar o quitar alguna estructura o edificio, los materiales que lo componen y que hoy se están perdiendo se podrían aprovechar en la nueva construcción.

Desperdicio de materiales

Añade que otra problemática actual es la cantidad de material que se utiliza, ya que no se hace una evaluación rigurosa de las proporciones que se deben emplear en columnas o paredes. Como resultado, se termina utilizando, por ejemplo, más cemento del necesario, lo que incrementa los residuos y los costos de las obras.

Pero esto no es todo, también hay un atraso en la implementación de la metodología BIM, “modelado de información de construcción”, en la que se llevan a cabo planos y simulaciones digitales de los edificios antes de la ejecución, evitando pasos innecesarios o inadecuados durante la realización de los proyectos.

“Recorrimos todas las construcciones que se están adelantando en este momento en distintas zonas de Usaquén, considerando lo que antes se conocía como “unidad de planeamiento zonal”. En total fueron 16 obras de vivienda en proceso, a cuyos líderes se les aplicó una encuesta sobre lo que dice la normativa y la percepción que tienen en su día a día”, asegura el arquitecto Aguilar.

Se determinó que los constructores aún prefieren los planos impresos y otras técnicas convencionales a la hora de ejecutar la obra, lo cual es problemático pues desconocen las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías BIM y evidencia el desconocimiento que impera en la industria de la construcción frente a estas herramientas digitales.

Desconocimiento sobre economía circular

“En el país aún no se está trabajando en la economía circular, que podría ser la respuesta ante los residuos; por el contrario, se tiene un enfoque lineal, en el que se consume y no se recicla. En la pandemia hubo pequeños incentivos para adquirir licencias ambientales y las constructoras debían usar las tecnologías, pero esto fue momentáneo”, indica.

Por último, expresa que la investigación es una guía para que las personas que toman decisiones en esta materia se concienticen acerca del impacto de los desechos y de la oportunidad que existe de volver a utilizarlos con los últimos avances en modelado y simulación digital, evitando además daños en las infraestructuras a largo plazo, costos elevados durante la obra, daños ambientales a los ecosistemas circundantes y demoras en la ejecución.